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martes, 28 de junio de 2016

Reflexiones con Sue Grullon Batista

Uno de los libros más fascinante y el más leído es la Biblia. Para los religiosos esta es la fuente de la sabiduría que les muestra el camino del bien y del mal para poder elegir el camino correcto, el bien. Para otros, es sin dudas una importante fuente de sabiduría y de datos históricos que generan tesis que han creado debates que todavía no han podido ser refutados.

Quienes han leído la Biblia saben lo fascinante de su lectura, pero además, sin duda alguna, cada historia bíblica deja un poderoso mensaje para reflexionar.

En esta ocasión nos leímos la historia de Caín y Abel (Génesis 4) el fascinante relato que cuenta la historia de dos hermanos que iniciaron dos proyectos distintos, uno cultivar la tierra  (Caín) y el otro criar ovejas, ambos proyectos fueron exitosos. Ambos le llevaron ofrendas a Dios, Caín le llevó una selecta recolección de lo mejor que había cosechado en su tierra, Abel le llevó los mejores rebaños a Dios. Pero, las ofrendas de Abel   impactaron y sobresalieron ante Dios. Lo que provocó la ira de su hermano, llevándolo a la locura y terminó con el triste desenlace donde Caín mató a Abel.

Cuando analizamos a profundidad ese relato bíblico, nos damos cuenta que Caín, aún siendo una persona exitosa, la envidia y la avaricia lo llevaron a cometer el más grande de los errores, asesinar a su propio hermano, Abel. Aún así, Abel siguió siendo el favorito para Dios, porque Abel era bueno y Caín era malo...

Para los creyentes el objetivo primario de su vida terrenal es satisfacer a Dios; quien haya logrado esa hazaña podrá morir tranquilo, porque le espera la gloria del omnipotente, del rey de reyes, Dios.

Reflexión:

Muchas veces la avaricia, la envidia y la testarudez, nos hacen ciego de nuestros éxitos, magnificando el éxito ajeno, y eso, en los seres carentes de humildad, los lleva a cometer errores. Así como Caín mató a su propio hermano, esos seres impuros, son capaces de asesinar a su hermano o a su primo, o a su tio, o a su padrino, o a su amigo; a cualquiera, porque como les cuento ahí arriba, no ven sus éxito y magnifican el ajeno, y como carecen de humildad, sosiego e integridad, entonces son capaz de hacer cualquier cosa.

Así como Caín intentó dañar a su hermano, siempre habrán personas que tendrán una marcada intención de dañar, sin importar a quien, y para lograrlo, harán todo lo que sea posible. Intentaran dañar tu vida carnal, la espiritual, y si no pueden, entonces intentarán destruir tu reputación. 

Por eso amables lectores, siempre que escuchen a alguien hablar mal, a espalda de quien habla, ten mucho cuidado, que puede ser fruto de la envidia