El 10 de enero de 2014, Santiago y todo el
país se enteró, mediante rueda de prensa, que el Hospital José María Cabral y
Báez de Santiago, iba a ser remodelado y ahí se aprovecharía para reforzar y
modernizar la estructura del recinto hospitario. En dicha rueda de prensa, se
dio a conocer que la obra estaba a cargo de la Oficina de Ingenieros
Supervisores de Obras del Estado (OISOE), donde se anunció que se haría una
inversión superior a dos mil doscientos
millones de pesos. Además, se les pidió excusas a todo el pueblo de Santiago
y los usuarios de toda la región norte por
los inconvenientes que iban a enfrentar.
Es muy importante recordar que, el hospital
José María Cabral y Báez fue inaugurado el 30 de marzo de 1946 por el entonces
presidente, Rafael Leónidas Trujillo, la obra que consistía en un moderno
edificio de dos plantas que había sido diseñado para cumplir con la demanda
hospitalaria de la época. 30 años después, año 1976, el presidente de turno, el
doctor Joaquín Balaguer, asignó 10 millones de pesos, del presupuesto nacional, para hacer una remodelación que consistía en ampliar y convertir el hospital en un flamante edificio de 7 plantas, donde
se pudiera brindar servicios médicos a toda la región norte, la obra fue
inaugurada dos años más tarde aunque volvió a brindar sus servicios con
normalidad en 1979, a inicios del gobierno, del agrónomo Antonio Guzmán.
Cuando Santiago conoció la noticia de que el Hospital José María Cabral y Báez iba a ser remodelado, ampliado y
readecuado, el jubilo se adueñó de toda la sociedad de Santiago y la región. Y
es que, el José María Cabral y Báez ya nos quedaba chiquito y no tenía espacio
suficiente para atender los enfermos de Santiago, mucho menos los de la región.
El día que se anunció la remodelación del
hospital nadie podía pensar que los pobres de Santiago, si enferman o se le
presenta una emergencia, tienen que estar dispuesto a vivir una situación tan
deprimente, desesperante e indignante, como la que están viviendo los
familiares y enfermos de escasos
recursos de Santiago y toda la Región, solo comparado con el infierno, un campo
de exterminio nacis o un hospital en plena segunda guerra mundial.
La remodelación del hospital va lenta, parece
que Santiago no tiene doliente, parece que los pobres no tienen presidente,
parece que los políticos peledeista se han olvidado de Santiago y de toda su
gente.
Lo que más molestar produce, es ver cómo el gobierno dominicano se
hace de la vista gorda y mando a destruir nuestro ya pequeño hospital, donde
todo parece que el fin no era traer salud, sino que es para a un ingeniero del partido poder
ayudar.
Ojalá que la prensa nacional, ponga sus ojos en Santiago y empiece a visitar, nuestro cementerio de hombres vivos, que
lleva por nombre: Hospital José María Cabral Báez.
Por: Sue Grullón Batista
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